El aposento es un espacio seguro. El propio término nos mueve a la sutileza de la vulnerabilidad y la comunicación asertiva. No me refiero a una habitación física, sino un rincón especial del alma, donde se cultiva la esencia de la escucha, el escudriñar y la curiosidad reflexiva. En su núcleo, el aposento es un lugar de renovación espiritual, donde las voces se aquietan para dar paso a un diálogo sincero sin dejar de ser ameno.
Aquí no se discute, se exponen argumentos, ideas. No se perpetúa el velo de la ignorancia sino que se ventilan las dudas a la luz de Su palabra. Es un espacio donde las mensajes sólo ceden su lugar al contenido que aporte valor, que sume verdades y reste oscuridades. En este rincón nos permitimos fluir en la aventura de la fe, sabiendo que nos guía el eco de Su promesa, que nos llevará de la mano hasta el final de los días. El aposento alto es el lugar donde los corazones se lanzan a lo trascendental, se despojan del murmullo material.
Cada entrada es una invitación virtual donde las promesas de sabiduría y esperanza se cumplirán, una y otra vez, se cumplirán. El aposento nace del deseo de agradarle y sumar más almas que gozosas se rindan a adorarle. Me arde el pecho porque por fin puedo compartir mi aposento con el que genuinamente quiera.
Esto comienza aquí pero crecerá de manera grandiosa. Pues su arquitecto lo ha concebido como un podcast, y aunque inicialmente esté lleno de palabras escritas, estas pronto serán audibles. ¿Te unes a mí para convertir este aposento en un lugar seguro en el que miles puedan recibir un mensaje de amor y esperanza? ¡La aventura acaba de empezar!